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Iluminación en ciudades: más allá de la seguridad


A finales de febrero de 2021 se inauguró el primer tramo de Camino Mujeres Libres y Seguras de la calzada Ermita Iztapalapa en la Ciudad de México. Este tramo es parte de una red de senderos que propone la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, como parte de la estrategia para luchar contra la violencia de género en la capital, al mejorar espacios públicos donde puedan caminar más seguras.


Por medio de fotografías aéreas, medios oficiales de comunicación de la Alcaldía Iztapalapa presumen la avenida como la más iluminada de toda la Ciudad de México, lo cual, según la información proporcionada, da más seguridad a las mujeres que la transitan. Al observar las fotografías, es imposible no notar el contraste que existe entre la brillante calzada y las calles aledañas. Nos hace pensar que la gran diferencia entre los niveles de iluminación podría ser perjudicial y tener consecuencias negativas: por un lado, demasiada iluminación puede reducir la capacidad de los ojos para adaptarse a la oscuridad que hay al incorporarse a las calles aledañas, lo que limitaría la capacidad para detectar peligro; por otro, iluminar de esta manera únicamente una avenida reduciría la visibilidad de otras calles, aumentando considerablemente la percepción de inseguridad que se asocia con los lugares cercanos poco iluminados. Las mujeres constituyen un grupo particularmente vulnerable a la inseguridad, entonces, ¿qué tan seguro puede ser para nosotras dar vuelta en una esquina dejando el sendero detrás? ¿con cuánta seguridad continuamos nuestro camino a casa?



El proyecto de la calzada Ermita Iztapalapa con iluminación muy brillante, de un blanco frío uniforme y monótono a lo largo de 24 kilómetros parece estar diseñado considerando únicamente el tránsito automovilístico y la visibilidad de las cámaras de vigilancia, a pesar de que cuatro de cada cinco personas que transitan la avenida lo hacen a pie.


Por lo tanto, crear un recorrido lumínico agradable, dinámico y atractivo para las personas generaría espacios que durante la noche son seguros, fomentando, además, la economía local y dinámicas sociales sanas de la zona durante este tramo nocturno. Proyectos de mejoramiento del espacio público como el sendero no deben pensar en la iluminación considerando únicamente el problema de seguridad, ignorando el gran potencial de la luz para crear espacios que mejoren la calidad de vida nocturna del barrio en su totalidad.


Además, proyectos que incluyen un componente de iluminación de esta magnitud pueden generar un alto nivel de contaminación lumínica, que no solo priva a las personas de cielos oscuros (derecho implícito en la conservación del patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras según la UNESCO), sino que también tiene repercusiones en el medio ambiente, salud humana y en cientos de especies*. En México, casi el 50% del alumbrado público está colocado incorrectamente, con iluminación que brilla hacia el cielo, generando contaminación lumínica, gastos innecesarios y desperdicio de energía eléctrica. Es importante pensar en el alumbrado público como algo más que un elemento funcional para nuestros proyectos urbanos: debe ser iluminación pensada para las personas, enfocada en la manera en la que se vive el espacio, con capacidad de generar convivencia y encuentro en la comunidad.


Se ha anunciado una meta de 324 senderos seguros en la Ciudad de México para finales de 2021, superando una inversión que asciende a 525.6 millones de pesos. Aseguremos que la iluminación como política pública mejore las condiciones de los barrios al ir más allá de un alumbrado; debemos reconocer la iluminación urbana como un componente fundamental para crear barrios más saludables, seguros, resilientes y atractivos, con proyectos que pongan el foco en el bienestar de todas las personas.



* Si quieres saber más sobre contaminación lumínica en México te recomendamos este documental de SPR: https://www.youtube.com/watch?v=ywHp5RjRoyc



por Cecilia González Barragán, Dirección Iluminación


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